martes, 4 de octubre de 2016

(Cáp. 04) La cueva del dragón





Ian se giró entre las mantas que lo envolvían, distinguió a través de los parpados un ligero resplandor pero ni siquiera se preocupó en levantarse a correr del todo las cortinas, no tenía la menor intención de hacerlo…
Trataba de recordar los detalles del fantástico sueño que había tenido, Sensei era un mago poderoso, llegaba una niña sobrina de él y viajaban a unas montañas donde presenciaba una increíble pelea de películas… con magia…
Había sido un sueño maravilloso, recordaba haber tenido mucho miedo, cierto, pero había sido una aventura fantástica. Sonrió para si, quizás si lograba dormirse de inmediato soñaría un poco más de aquello
Lo intentó pero no pudo volver a dormirse, había un brisa molesta colándose por la ventana pero no quería levantarse a cerrarla, aunque no lograba recordar porque la habría dejado así la noche anterior, seguramente habría bebido un poco de más en su cumpleaños… De pronto recordó a Susan y en sus labios se despertó una sonrisa aun más radiante, se giró de nuevo tratando de acomodarse, sentía increíblemente dura la cama, trató de mullirla y… estaba fría…
Lo recorrió un escalofrío desde la punta de los pies hasta la punta del pelo, la mano asomó lentamente entre las mantas y allí había algo duro que se extendía, frío, ligeramente húmedo y sucio… y si no se equivocaba le pareció haber tanteado… ¿Piedras y tierra?
Abrió los ojos grandes como platos esperando hallar los acostumbrados afiches que adornaban su habitación, el ropero a un lado, la repisa con su televisor a los pies de la cama, el ventilador de techo… pero nada de todo aquello estaba allí, frente a él, varios metros sobre su cabeza una pared abovedada de un color rojizo y amarronado, este continuaba hasta hacerse uno con las curvas paredes, también a ambos metros a su lado, así hasta el piso, que no era otro que el suelo de aquella cueva terrosa.
A su derecha descansaban dos grandes mochilas y también una hoguera no muy grande que llameaba con parsimonia despidiendo destellos naranjas sobre el resplandor que entraba por una apertura que logró divisar a unos 30 o 35 metros a sus pies, aquella caverna, si como lo parecía era, se extendía tras su cabeza también medio centenar de metros hasta perderse en una oscuridad impenetrable…
Ian no lo pudo resistir y se tapó cubriéndose por completo la cara, era una pesadilla, aquello debía ser una pesadilla y el despertaría de un momento a otro. O por lo menos eso pensaba tiritando de nerviosismo imaginando que de un momento a otro regresaría a su cuarto, a su propia cama, y que esos pasos que escuchaba a su alrededor serían seguramente su madre. No se detuvo a explicarse que andaría haciendo su madre en el cuarto, quizás trajera ropa limpia
La escuchó moverse con pasos amortiguados, no podía evitar escuchar el chisporroteo del fuego ¿Fuego en su cuarto? Sin duda oía chisporroteo de la hoguera, alguien le echaba algunos maderos, sintió el golpe suave de unos metales contra otros, sonido de agua, y un rato después un aroma agradable empezó a perfumar el aire, fue cuando Ian notó que sentía un hambre impresionante pero se negaba a abrir los ojos, estaba demasiado conciente que aquel no era su cuarto, que no estaba soñando, pero abrir los ojos sería admitir que aquel sueño era real…
Los pasos se aproximaron, una mano bastante suave y fría apartó la cobija y le sujetó el rostro con cariñosa seguridad, fue todo lo que él pudo resistir, lanzó un grito que le nació de los más hondo de su pecho y trató de retroceder sujetando a medias las mantas sobre él, pero no pudo evitar abrir los ojos…
Allí estaba ella, una sonrisa agradable se dibujaba en sus labios ligeramente finos, sus ojos parecían oscuros, quizás por la luz apagada de aquel lugar, vestía prácticamente como un niño con un conjunto deportivo muy similar al que recordaba, con el pelo recogido cuidadosamente arreglado en una especie de trenzado, estaba inclinada junto al sitio en el que se había encontrado durmiendo, y solo a centímetros descansaba un plato metálico y una cuchara en él echando aún vapor
-Ya recuperaste el conocimiento, eso es bueno-miró alrededor como si buscara algo y no lo encontrara antes de añadir-bien, esta es tu comida, espero que la disfrutes
Se alejó de nuevo junto al fuego donde extrajo más de aquello que era similar a una pasta con trozos de carne, se sirvió una generosa porción en otro recipiente igual y comenzó a comer mirándole de reojo de vez en cuando
Ian comenzó a sentir algo frío debajo de él y casi muere de un infarto al darse cuenta que era la piel desnuda de su pierna apoyada contra la piedra fría del piso, agradeció notar que aún conservaba su ropa interior, pero por lo demás estaba desnudo
Cubriéndose como pudo volvió a rastras a su lecho arropándose como le fue posible, notó que lo que creía su almohada no era más su propia ropa plegada cuidadosamente. Pero no tenía apuro por vestirse con ella presente, así que cuidando de taparse prolijamente tomó el plato y miró el contenido.
Parecía puré de un color medianamente oscuro, como una polenta  espesa, una especie de engrudo, dentro del cual se observaban grandes trozos de carne. Si bien la apariencia le daba ganas de arrojar, el aroma que desprendía era suculento, y con el hambre que sentía no tardó en decidirse a probar aquello, y realmente era mucho más sabroso de lo que aparentaba
-¿No esta mal verdad?
Lissy no estaba tan sonriente como antes, pero parecía amable, Ian creyó que lo mejor era aprovechar aquello y tratar de mantener esa situación todo el tiempo que fuera posible, sobre todo si su estancia en aquel lugar debería extenderse algunos días, quizás semanas
-¿Donde estamos?
-Una cueva, no se exactamente muy bien donde, pero un sendero sale prácticamente de la entrada de la caverna y se dirige a un pueblo, quizás a medio día de caminata a paso ligero, quizás dos días a tú ritmo, exploré un poco alrededor, es una zona bastante cálida abundante en vegetación y animales pequeños, eso que estás comiendo es conejo
-¿Conejo?
Miró de nuevo el tazón, no recordaba haber comido conejo en su vida, pero estaba rico ¿Que sería la pasta? Parecía polenta
-Granos molidos-explicó-no tenía suficiente espacio en las mochilas para traer comida así que tendremos que proveernos de lo que encontremos aquí, por lo menos hasta llegar al pueblo, averiguar algunas cosas de donde estamos y conseguir provisiones, de ser posible algún medio de transporte
-¿Sabes si Sensei está bien?- la cara de la chica se contrajo en una mueca de tristeza
-No se nada de la tierra desde que estamos aquí, me fue imposible comunicarme con nadie del gremio de guardianes
-¿Desde que estamos aquí? ¿Que significa “desde que estamos aquí”?
-Llegamos hace tres días, quedaste inconsciente, imagino que te resultó difícil el viaje, a mi me revolvió el estomago y quedé cansada por un par de horas así que era de esperarse que alguien débil como tú se desmayara
-¿Débil como yo?
-Me refiero a sin control sobre su poder espiritual, sin magia
Ian guardó silencio un buen rato, comía de manera lenta tratando de ordenar sus pensamientos, la jovencita no tardó en terminar su ración de comida y se dispuso a repasar el libro que siempre llevaba con ella desde que la conocía, mientras lo hacía con su otra mano realizó varios gestos en el aire y el cuenco de comida se limpió por si solo y fue sin que nadie lo llevara a guardarse a su sitio
-¿Como diablos haces eso?
-¿He?
-El plato, que se limpia solo y se va a guardar…
-Levitación, agua, aire y tierra, dominios básicos de los elementos…
-Yo no…
-Levitación lo sostiene alzado, que a su vez es una variación del uso del aire, con una cantidad justa de agua y tierra lo uso como una esponja para hacerlo, otro poco de aire para secarlo y ya… no hay nada especial en ello, no podría ser más elemental…
-Es lo que aprendes de ese libro
-¿Que libro?
-El que tienes en las manos en este mismo momento
-Ha ¿Esto? Es mi libro de hechizos y conjuros…
-Donde aprendes a hacer esas cosas
-No, claro que no. Cada hechicero tiene su libro, es sagrado y solo el dueño puede entender lo que contiene. Cuando uno descubre algo nuevo, un nuevo conjuro, un nuevo hechizo, una nueva combinación que puede ser útil… la anota para que no se le olvide y poder realizarla de nuevo en el futuro
-¿La burbuja rosa es invención tuya?
-Bueno, si, más o menos, fue una suerte que resultara nunca la había probado
Por primera vez Ian vio a una verdadera muchacha tras la apariencia de aquella niña, el rubor subió a sus mejillas brindándoles un alegre color sonrosado, sus ojos volvieron a parecerle claros y casi azul celeste, había un destello en ellos de complacencia, pero no duró mucho, aparto la mirada del joven y guardó el libro, comenzó en su lugar a revisar las cosas que había en las mochilas
-¿Es necesario que lo leas aunque no estés haciendo magia?
-No necesito el libro para hacer magia… pero un buen hechicero es aquel que logra memorizar todos los conjuros de su libro. A veces a través de un duelo se consiguen conjuros del libro de otro hechicero… pero claro, todas esas reglas de gremio aquí no existen
Ian meditó aquellas palabras, si bien era solo una niña Sensei le había indicado que era poderosa, conocía más de aquel mundo que él, podría incluso enseñarle aquellas técnicas para que él también fuera capaz de hacer magia, y como si todo eso no fuera importante sabía cocinar muy bien
-Lo mejor sería que te levantaras y tomaras un poco de aire, mañana deberíamos seguir camino no podemos quedarnos aquí para siempre
Le muchacha que ya había terminado sus cosas le miraba apremiante, instándolo a ponerse de pie, él algo azorado le costó un poco de trabajo ordenar las palabras adecuadas
-No puedo vestirme si te me quedas mirando
-Por los colmillos de un dragón ¡Que infantil!
Disgustada se puso de pie y salió a paso ligero fuera de la caverna, Ian no se sentía nada infantil al verse cohibido de vestirse frente a una niña, que después de todo no era tan niña ¿Tendría novio en la tierra? Si era así compadecía al muchacho, sabia ser insoportable cuando lo deseaba
Sin apartar la vista de la claridad por donde la había visto desaparecer se apresuró a colocarse los pantalones, luego continuó colocándose las demás prendas, no eran con las que había salido de su casa, se sentían increíblemente cómodas y limpias, cuando estuvo listo se puso de pie y estiró su cuerpo desperezándose en todas direcciones, era agradable estar lejos de la presencia de la muchacha unos momentos.
Miró a su alrededor y tomó el plato y el cubierto para dejarlos juntos al fuego que aún crepitaba con fuerza, miró el contenido de la cacerola que burbujeaba lentamente y tenia la misma apariencia a vómito que lo que había ingerido un rato antes, pero desprendía un muy agradable aroma.
Se dio cuenta que sentía sed, y no solo sed, si no unas increíbles ganas de orinar, podría salir afuera y orinar detrás de cualquier árbol pero esa chica andaría por allí. Así que por que no tomar la dirección contraria, en algún punto al fondo de la cueva encontraría algún sitio prudente para sus necesidades.
No era cosa de andarse por allí a oscuras, no es que tuviera miedo, pero temía tropezar con algo que no viera y darse un golpe dándole a la chica más motivos para reírse de él, así que tomo un leño que ardía particularmente bien y le serviría de antorcha y se encamino cueva adentro
Avanzó los primeros 100 metros sin dificultad, y quizás otro tramo más hasta que la luz de la entrada se hizo demasiado difusa como para que su coraje y sensatez le aconsejara continuar, buscó una protuberancia que le resultara agradable y desprendió sus pantalones…
Sentía un profundo alivio al dejar salir todo el liquido acumulado, comenzaba a preguntarse como podría haber aguantado tres días enteros sin ir al baño, comenzaba a preocuparle seriamente si había aguantado o no, maldijo por lo bajo no haber constatado si su ropa interior era o no la misma que al partir de su casa una noches atrás, maldijo nuevamente en latín con satisfacción al pensar que prefería esa niña no hubiera tenido nada que ver con…
Sus pensamientos tomaron otro rumbo mientras su cuerpo se despojaba de los últimos fluidos, sus ojos habían atrapado a la luz de la semiapagada antorcha una serie de trazos sobre la pared que había escogido. Se apresuro a concretar la actividad, y tomo la antorcha dejada de lado acercándola al muro
Definitivamente una serie completa de entramados complicados iban de un lado a otro, formando diferentes palabras, según Ian pudo adivinar, casi sentía que podía entenderlas.
Había dibujo de magos, hombres con barbas largas y bastones con esferas que parecían luminosas en uno de los extremos, y otros que dedujo sintiéndose orgulloso serian hechiceros, jóvenes que empuñaban un libro en una mano y lanzaban magia por la otra, alrededor de unos y otros había animales diversos que no logro definir por completo, sobrevolando sobre ellos un gigantesco dragón lanzando llamas sobre un bosque
Ian había olvidado momentáneamente que se hallaba en una caverna, se había despreocupado en notar que se había introducido en una subgalería de la misma, que la luz a su espalda de la entrada había desaparecido totalmente y que lo único que lo alentaba a seguir era la suave luminiscencia de las brasas del madero en su mano, pero los grabados de la cueva lo habían sumergido en una historia que sus ojos parecían entender como si algo dentro de el supiera de aquello, como si fuera parte de su historia, fue allí cuando lo vio
Su grito recorrió las galerías de la cueva de principio a fin, la niña que no se hallaba lejos de la entrada sintió que se le helaba la sangre dentro de las venas y echó a correr hacia el interior, al no verlo junto al fuego comenzó a temer lo peor, gritó su nombre una y otra vez pero él ya no respondía
Había vigilado atentamente la entrada a la cueva, sabía que no había salido por allí, y si no había salido la única opción posible era que hubiera entrado a lo profundo de ella, la había explorado solo lo suficiente para saberla un lugar seguro, había probado un par de conjuros simples para comprobar si había algo que temer, pero no se había molestado en ir mucho más allá de donde la luz del sol alumbraba, no tenia caso exponerse y usar magia, su tío le había dicho que en este mundo sería fácil de detectar, y como no sabían quienes serian sus amigos lo más probable es que los primeros en aparecer fueran sus enemigos…
Pero el impulso se antepuso a la sensatez, conjuró rápidamente una pequeña llama que flotaba sobre la palma de su mano y se adentró en la caverna rápidamente repitiendo el nombre del muchacho, le erizaba el cabello no tener la menor respuesta ni escuchar el mas leve sonido allí dentro, ni siquiera la respiración, llegó rápidamente a una bifurcación y maldijo por lo bajo, murmuro un par de palabras antiguas que se sabía de memoria y la llama que revoloteaba sobre su mano apunto una de sus puntas en una de las direcciones y  ella avanzó por allí sin la menor vacilación, cruzó tres desviaciones siguiendo las señas que el fuego le hacía y distinguió a lo lejos unas cuantas brazas en un leño, a su lado, en el muy tenue resplandor la figura de alguien completamente inmóvil, algo por detrás algo gigantesco con un espectral brillo blanco
-¡IAN!
Con su mano por delante corrió a toda velocidad los últimos tramos sin distinguir si aquella persona era Ian o un enemigo, sea quien fuera estaba de espalda y solo cuando estuvo lo suficientemente cerca para que la flama en su mano lo iluminara reconoció a su compañero, estaba completamente paralizado, y los motivos para ello eran completamente comprensibles
Extendió su mano para que aquel fuego sobre su palma iluminara claramente lo que tenían frente a si, como pudo suspiró un nuevo conjuro para que el fulgor de las llamas creciera y produjera una mejor iluminación, sus ojos se dilataron asombrados
Un gigantesco esqueleto de dragón se mantenía erguido frente a ellos, no había ni cables ni ningún tipo de unión entre los huesos de la bestia, seguramente algún tipo de hechizo mantenía las piezas en su sitio
La imponente criatura mediría de alto unos dos metros y medio, considerando que estaba completamente agachada como si quisiera devorar al pobre Ian que la miraba totalmente absorto, tendría no menos de doce metros de largo, quizás algunos más, casi unos seis de ancho con los huesos de las alas algo plegados junto al cuerpo, dos colmillos gigantes de casi medio metro estaban a solo centímetros del muchacho, parecía que se mirara a los ojos con la bestia, Lissy no estuvo segura de si respiraba pero podría haber jurado que era una piedra
-¿Ian estas bien? ¡Ian!
Pero solo respondió cuando puso su mano sobre el hombro del muchacho, este pegó un salto  y se enredó con sus propios pies cayendo aparatosamente al piso y levantando una pequeña nube de polvillo, sus ojos claros estaban desmesuradamente abiertos y había una trágica palidez en su semblante
-Lissy – alcanzó a murmurar con una voz claramente ronca – ¿Que haces aquí?
-Gritaste, vine a buscarte, pensé que había pasado algo, no pensé que…
-¿Como haces eso?
-¿Como hago que?
-Hay fuego en tu mano
Lissy tuvo que reaccionar lentamente, para ella un simple conjuro elemental era lo que para Ian hubiera sido resolver una cuenta de la tabla del dos, necesito mirar su propia mano para comprender aquello que al muchacho le producía tan terrible sorpresa
-Un hechizo elemental, para tener luz
-Si claro, un hechizo…
La chica tendió su mano para que él se pusiera de pie pero se negó a aceptarla, ambos quedaron unos momentos mirando el gigantesco esqueleto que tenían frente a si
-¿Es  lo que creo que es?
-Un esqueleto de dragón, uno no muy grande seguramente, está muy bien conservado y para que se mantenga erguido debe haber algún tipo de hechizo sosteniendo las partes, un hechizo realmente poderoso
-Si, es muy grande
-No por el tamaño, un dragón es un ser mágico muy poderoso, todo lo que tenga que ver con criaturas con poderes mágicos llevan poderosa magia en si mismos, su sangre, su piel, sus huesos, hay hechizos, viejas recetas que hablan de pociones y magias muy poderosas que utilizan partes de criaturas mágicas, por supuesto, en la tierra son solo mitos, pero aquí esas criaturas quizás existan o hallan existido
-Es impresionante ¿Oye que haces?
Lissy había pasado de inmediato la primer impresión, había pasado la llama de su mano derecha a la izquierda y se había acercado al monstruo cadavérico, sus dedos se extendían hacia las fauces en el momento que Ian la había sorprendido
-No pienso irme de aquí sin uno de esos colmillos, me se un par de conjuros increíblemente eficaces con colmillos de dragón, podría incluso hacer un báculo realmente poderoso con uno de esos, en la tierra serían de gran ayuda para el gremio
Los dedos de la muchacha se habían aferrado fuertemente a uno de los prominentes colmillos, Ian saltó hacia delante con todas sus energías tirándose sobre ella y arrojándola al suelo, su mano soltó la enrome dentadura en el momento que esta se cerraba con un chasquido, la cabeza monstruosa se giró justo a  tiempo para verlos caer al piso, dos segundos después volvió a abrirse cerniéndose sobre ellos…

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