domingo, 13 de noviembre de 2016

(Cáp. 06) Tanya, la niña draconiana que los encuentra



Ian apenas se atrevía a respirar, Lissy a duras penas podía continuar aguantando el dolor sin gemir, al muchacho no le pareció lo más adecuado pero viendo que su compañera ya no podía resistir no tuvo más remedio que, velando por su seguridad, taparle la boca con la mano, solo atinó a reaccionar abriendo más los ojos algo desorbitados pero no se atrevió a moverse para protestar, o para hacerle saber que aquella presión le hacía doler mas el brazo, dejó que algunas lágrimas escaparan por sus mejillas y trató de mantenerse atenta a los movimientos tan próximos
A través de un pequeño hueco entre las ramas que los cubrían Ian observaba a la persona con curiosidad, era una niña, tendría quizás 5 años o eso le parecía, un cabello dorado como el sol por debajo de los hombros y ojos intensamente azules, su piel era ligeramente pálida y miraba una y otra vez sobre ellos, como si estuviera absolutamente segura que estaban allí escondidos, la vio dar dos pasos entre los matorrales y detenerse, otros dos pasos y detenerse, cambió la dirección dejándolos ligeramente a sus espaldas y el suspiro de Ian fue lo que los traicionó
La jovencita de volvió en el lugar de inmediato mirando el arbusto que los tapaba, su voz tiernamente infantil solo dijo “muéstrate” y en sus manos apareció una brillante esfera de energía color verde y traslúcida la cual lanzó sobre ellos, Ian pensó que iba a morir en ese momento de una manera horrible, pero esa cosa no les hizo nada, en cambio achicharró toda la vegetación a su alrededor, hasta las ramas se retorcieron y contrajeron quedando de pronto en un pequeño claro de dos metros totalmente al descubierto, la cara de espanto de ambos muchachos era completamente clara, él trataba de murmurar algo pero no podía, solo se atrevió en un gesto suplicante a llevarse el índice a los labios y rogarle a la chica que guardara silencio
La niña se mostraba totalmente desconfiada, en sus manos brillaba una esfera luminiscente muy similar a la anterior, pero esta vez de intensos resplandores rojos que daban una fuerte sensación de ser mucho más peligrosa que la anterior
-¿Quienes son? ¿De donde vienen? ¿Que hacen aquí? ¿Ustedes despertaron a Nathylus? ¿Que hacían en al cueva sagrada? ¿Por qué se esconden? ¿De que huyen? ¿Los buscan los jinetes?
La metralla de preguntas no les daba tiempo ni de reaccionar, cuando la niña pareció satisfecha con haber inquirido todo lo que quería saber Ian se dispuso a responder, dudoso, respecto a lo que significaba todo aquello, pero Lissy se adelantó, apartando la mano que le tapaba la boca y reconociendo que frente a si no tenían a alguien ordinario, era un mago, y por la corta edad de la niña seguramente una muy poderosa
-Su nombre es Ian, el mío Lissy, venimos de muy lejos, estábamos perdidos y buscamos refugio en la cueva para pasar la noche, quisimos explorarla un poco y nos encontramos esa cosa, de pronto despertó y nos atacó, huimos como pudimos, íbamos a pedir auxilio al pueblo porque me lastimé el brazo, pero escuchamos que querían lastimar a las personas que estaban en la cueva, nosotros no sabíamos que era sagrada y no quisimos hacerle ningún daño a nadie, nos asustamos y nos escondimos, no sabemos nada de ningún jinete
-¿Como puedes no saber nada de los jinetes del Dragón negro? No hay una sola persona en Santoru que no conozca los Jinetes
-Venimos realmente de muy lejos
-¿Como puedes venir de un lugar más lejanos que Santoru…?
Lissy fue a responder algo pero se le nubló la vista y se desmayó, Ian olvidó por completo la niñita maga que podría haberlo matado, pero su mente se concentró en la chica que a su lado había perdido el conocimiento, golpeó suavemente sus mejillas intentando hacerla reaccionar, la sacudió un poco y cuando su preocupación llegó al limite recordó a la niña
-Ayúdame, por favor, se lastimó el brazo-aclaró mostrando el vendaje improvisado-no reconozco la vegetación de esta zona y no se si alguna de estas plantas es peligrosa, necesito ayudarla
La luz que brillaba en las manos de la pequeña se disolvió lentamente, miraba a los ojos de Ian como tratando de adivinar si aquello podía ser una trampa, quizás juzgó oportuno salvarle primero la vida a la muchacha y luego encargarse de matarlos si era necesario, sin apartar la vista de ellos se agachó y dibujó sobre la tierra muerta un circulo con varias líneas internas, murmuro un par de palabras y de pronto se iluminó como si fuese un espejo, del otro lado un hombre, casi un anciano la miraba sorprendido
-Tanya ¿Que sucede? ¿Encontraron a los intrusos?
-No abuelo, los encontré yo, es una chica lastimada por la huida de  Nathylus y un muchacho, dicen no saber nada de los jinetes, me preocupa la muchacha que perdió el conocimiento
-¿No saber nada de los jinetes? ¿Hummm y escaparon del guardián de la cueva sagrada solo con una herida? No han de ser personas ordinarias, tráelos a casa
-Eso pensaba hacer pero – la niña vaciló un segundo – creo que puede ser complicado
- ¿Complicado?
El hombre acababa de aparecer de una voluta de humo justo al lado de la niña, ella ni siquiera se mostró sorprendida, simplemente paso su mano sobre lo que había en el suelo y hasta los dibujos de la tierra desaparecieron, ella se limitó a señalarlos y aquel sujeto los escrutó con la mirada atentamente, se acomodo unas gafas de media luna que tenia como si los examinara con rayos X, finalmente su cara adquirió un gesto de comprensión
-Ya veo, ese tipo de magia es muy… muy vieja, pueden ser durmientes de las primeras eras, eso explicaría porque no saben nada de los jinetes, tendría sentido, no parecen realmente peligrosos y si son durmientes podríamos aprender algo útil de ellos, el chico por otra parte… es extraño… en fin vamos a casa
Fue realmente rápido, juntó sus manos, creo una esfera de energía casi transparente como una burbuja de vidrio, la arrojó al suelo y estallo en un resplandor, cuando Ian abrió los ojos de nuevo el bosque había desaparecido, estaba en una sala de estar de lo que aprecia una cabaña amplia, había una mesa con sillas en un rincón, algo que parecía una estantería llena de libros y recipientes junto a otra pared, un pasillo por el que el hombre y la niña le hicieron un gesto de que trajera la muchacha
Ian ya no tenía nada que perder, así que haciendo un esfuerzo sobrehumano para el cansancio que sentía levantó como pudo a la muchacha y la cargó por el pasillo, pasó junto al viejo que no le apartaba los ojos de arriba y le señalaba una cama en una de las alcobas, no tuvo mucho tiempo para mirar a su alrededor…
Con un gesto el hombre lo apartó para que se sentara nervioso en una silla a ver que pasaba, las manos arrugadas se apresuraron a desenlazar los nudos del cabestrillo y el vendaje, apartó las hojas con cuidado e inspeccionó algunos restos del musgo que Ian había usado para limpiar la herida, luego con cuidado observó si había algún daño importante, su sonrisa algo relajada distendió a Ian alegrándolo, tenía la sensación de que todo estaba bien hasta que él habló
-¿Quien hizo este vendaje muchacho?
-Yo lo hice señor, espero que esas plantas no sean peligrosas
-¿Peligrosas? Yo mismo no pudiera haberlo hecho mejor, el musgo que creo usaste para limpiar la herida es muy eficiente en curaciones, evitará que se genere una infección, y las hojas que elegiste para el vendaje contienen un ligero anestésico que habrá evitado el dolor que debería haber provocado la lesión, la forma en que realizaste el vendaje favoreció el cierre de la herida y evitará daños mayores, seguramente incluso ni siquiera deje cicatriz pese a no haber sido tratada de inmediato
Ian suspiró de alivio ante aquellas observaciones, aquel hombre hablaba con una seguridad en sus palabras que le llevaron a deducir que sin dudas era un verdadero entendido en medicina, quizás algún médico retirado, se mantuvo silencioso y apartado mientras terminaba de hacer sus observaciones, lo vio frotarse las manos y emanar una luz rojiza y depositarlas sobre la herida, y de manera grandiosa ante sus propios ojos esta se fue cerrando hasta quedar apenas una marca casi imperceptible de no saber que había pasado nunca adivinaría a que se debía.
-Listo, tú chica se pondrá bien muy pronto
-Ella no es mi chica
-¿No?
El gesto demostraba más una afirmación que una pregunta, sonrió ampliamente y se relajó, la niña entró de nuevo con una bandeja entretejida sobre la que humeaban tres tazas, y las depositó sobre una mesa que colocó en medio de ellos. Acercó una silla, tomó la suya y comenzó a beber
-Adelante, no es veneno si es lo que temes, yo beberé también la mía-tras probarla agregó- un poco fuerte la menta pero es agradable ¿A ti chico te gusta la menta?
-Si señor – tomó la suya y sintió el perfume atrayente, el sabor era ligeramente amargo pero agradable al paladar.
-Parece que le caes bien a Tanya, mi nombre es Darius y ella está a mi cargo, sus padres fallecieron hace tiempo, eran rebeldes, intentaron derrocar uno de los jinetes del dragón negro, tuvieron éxito, le dieron muerte, pero con ello solo se trajo la desolación, vinieron cinco de los jinetes más poderosos y acabaron con todos los revolucionarios, pero desde entonces ningún jinete a ocupado su puesto al mando de esta ciudad, y somos relativamente felices por ello, aunque los hombres al mando del Dragón negro nos tiranizan no son tan desagradables como un jinete en persona.
Ian lo miraba atentamente, trataba de prestar toda la atención posible para comprender algo del mundo que los rodeaba, pero poco beneficio producía su esfuerzo, por otra parte Darius había ido escogiendo con gran habilidad sus palabras y el curso de la conversación, no había apartado sus ojos perturbadores de Ian un solo instante, tratando de adivinar si se hallaba frente a un seguidor del Dragón negro o un revolucionario…
Su esfuerzo fue tan inútil como el de Ian, este no demostraba reacción ni al nombrar al Dragón negro ni a los revolucionarios, esperaba alguna inquietud ante la mención de estos, o alguna aflicción, Tanya sentada un poco a la izquierda estaba atenta a las mismas variaciones de la expresión de su visita, pero ninguno de los dos había podido observar algo que delatara la inclinación de aquellos extraños huéspedes. No tuvo más remedio que suspirar, aquello le sacaba un poco de lugar
-Como decía, Tanya hubiera sido la heredera de este reinado, cuando el Dragón negro se impuso hace ya más de un siglo destituyó a todos los soberanos y nombró a sus jinetes como guardianes de cada imperio, siempre hay revoluciones pero la única que logró dar muerte a uno de ellos fue la de los padres de esta chica, por supuesto, si algún jinete se enterara o el dragón negro lo hiciera vendrían a  buscarla y la torturarían hasta la muerte
-¿Por que? Es solo una niña
-Dime muchacho, recibiste algún golpe en la cabeza últimamente
-La verdad no sabría decirle, cuando llegamos aquí quedé inconsciente unos días, desperté dentro de la cueva, según me dijo fue el primer refugio que encontró y me llevó allí. Aguardó a que yo despertara, pensábamos salir a explorar la zona ya que ninguno de los dos conocemos el territorio, pero sentí, bueno, gana de hacer alguna necesidad, y como ella estaba en la entrada me adentré un poco en la cueva, me distraje mirando los dibujos de las paredes, y cuando quise recordar había frente a mi un gigantesco esqueleto y ella vino a ver que pasaba que demoraba tanto, quiso tocarlo y esa cosa volvió a la vida y por poco le arranca la mano, corrimos y escapamos, ella se golpeó, trate de vendarla lo mejor que pude escuchamos personas acercarse pero como hablaban de atrapar a las personas que encontraran decidimos escondernos y la niña nos encontró
-¿Niña yo?
-Perdón, hasta que… Tanya nos encontró, y el resto lo sabe usted mejor que yo
-Ya veo ¿Y viajaban así?
-¿Así?
-Esa ropa, deben ser de… un lugar muy lejano
Ian no se había detenido a mirar, la ropa que llevaban era deportiva, aunque ya se la notaba sucia y ligeramente dañada, el anciano y la niña estaban ataviados con lo que parecían algún tipo de túnica aunque se observaba debajo algún otro tipo de ropa
-Le asombraría cuan lejos señor, pero traíamos más cosas y esa bestia las destrozó, quedaron dentro de la cueva
-Entiendo, así que tampoco llevarán dinero con ustedes
-No señor, creo que no
-Tanya, ve y compra algo de ropa para los muchachos, no es seguro para ellos continuar vistiendo así, si encuentran los restos en la cueva podrán reconocer prendas similares, y no queremos que nuestros invitados sufran daños
-¿Necesitas algo especial para ella?
-No, no será necesario
La muchachita se levantó, dejó su tasa en la bandeja y se marchó, Ian apenas percibió el golpe en la puerta al salir de aquella casa, quedó a solas con el anciano, se sentía seriamente incómodo en aquella situación, Lissy se movió un poco en sueños pero no despertó, el hombre notó la preocupación en el chico y eso relajó un poco la situación
-Solo un heredero de una dinastía real puede reclamar un imperio, por eso los jinetes buscan y matan a todas las personas vinculadas con cada imperio, al destruir un linaje por completo el imperio queda sin dueño y nadie puede resistirse a la soberanía del jinete como servidor del Dragón Negro, el cree por supuesto que ya posee prácticamente todos los imperios, pero en realidad casi todas las familias lograron proteger algún miembro del linaje real, Tanya es la única que sobrevive del reino de Draconia
-Es imposible, ¿Esa niña es la reina del mundo?
El hombre de detuvo a mirarlo de hito en hito, la ignorancia del joven era evidente y autentica, que posibilidad existía de que un golpe borrara la memoria de una forma tan pronunciada, había visto casos extraños pero esto escapaba de cualquier lógica, era posible que estuviera engañándolo para favorecerse de su ayuda o de la muchacha, pero muy pocos hombres podían jactarse de haber burlado a Darius, si es que alguien podía hacerlo
-Santoru esta dividido en diferentes imperios, son siete en total, cada imperio esta dividido en diferentes ciudades o reinados. La capital de cada imperio posee un linaje que es quien manda, o mandaba en otros tiempos su gente. Nosotros estamos en los alrededores del palacio de Draconia
-A ver si entendí – Ian se restregó la frente con la mano tratando de ordenar los pensamientos- Tanya antes nombró a Santoru…
-Todo pertenece a Santoru, es el padre creador, el mundo y todo lo que hay en él
-Ahora si lo entendí, así llaman el planeta, Santoru, y Draconia es solo una ciudad
-No chico, Draconia es la capital del imperio de Draconia, ahora estamos en los alrededores del reino de Draconia
-Esta ciudad
El anciano lo miró con curiosidad de nuevo, ni siquiera un niño de tres años podría hacer tales preguntas, se sintió frustrado y llegó a preguntarse si le estaba tomando el pelo, pareció decidir que no porque reinició la explicación
-Ahora estas en el reino de Draconia, –se había puesto de pie y buscado un libro lleno de mapas e iba pasando las páginas y mostrando a Ian las ilustraciones- aquí vivía la familia imperial de Draconia, pero era servida por tantas personas  que se forma alrededor una especie de pueblo que es lo que debes haber visto desde la cueva imagino. La cueva y todo lo otro que has visto son los terrenos reales del palacio de el imperios de Draconia, alrededor de estos palacios que abarcan varios días andando a caballo esta la ciudad capital, Draconia, como un anillo alrededor del palacio. Más allá de eso el territorio de Draconia se extiende distancias que son imposibles de recorrer a pie y a caballo se toman incluso varios meses,  así puede comunicarse uno con otras ciudades que también pertenecen al imperio de Draconia. Al sur se extiende hasta las aguas eternas del imperio submarino de Serenya, por el norte están los imperios vecinos, los paramos de Galanghary y los bosques de Merildya, por el este las montañas gigantes de Rubendlory y al oeste los hielos de Crydar, Todos ellos limitan con el imperio de Nyss, la tierra donde nunca da el sol. Draconia siempre fue el reino más poderoso y extenso
Ian miraba atónito los mapas que tenía ante sus ojos, el planeta entero estaba dividido de esa manera, y pudo distinguir que por el ángulo de la tierra respecto al sol efectivamente parecía haber una zona donde nunca daba el sol, de Pronto Ian pudo imaginar a los viajeros de épocas muchos anteriores viajando a la tierra e imaginando que Draconia era todo el mundo, así como en su planeta natal alguna ves creyeron que lo era Europa antes de que colon descubriera América…
La puerta se escuchó de nuevo, la charla de Darius había sido tan atrapante y cautivadora que el tiempo había pasado con prisa, Tanya había regresado y traía unos paquetes en sus manos
-Aquí esta la ropa abuelo, pensé que si dirán que son viajeros no convendría que fuera realmente nueva así que escogí estas que ya tenían algo de uso, y como no estaba seguro que tipo de prendas elegir para ellos porque no conozco su categoría busqué unas que fueran neutras
-¿Categoría?
-Claro, no esperaras que un mago se vista igual que un hechicero, ni que un herrero lo haga igual que un especialista en medicinas…
-Este, supongo que no…
-Pensé que me habías reconocido por mi túnica como un perito en medicinas al atender a tu amiga
-Solo me pareció que sabía lo que hacía
-Barbas de dragón, es realmente increíble que no sepas nada de todo esto
-¿Los archimagos como visten?
Los ojos del anciano y la niña se dilataron en una expresión de terror, ambos miraron a uno y otro lado como asegurándose que no pudiera haber nadie más cerca de ellos que pudiera oírlos, había comenzado a creer que aquellos jóvenes no conocían nada de nada, pero ahora preguntaba sobre los archimagos con demasiada tranquilidad, finalmente con una expresión intranquila se atrevió a preguntar
-¿Por que te gustaría saberlo? ¿Eres un archimago y quieres ropas que te identifiquen?
-Yo no señor… ella es una archimaga…
La ropa se cayó de las manos de Tanya y el viejo se puso pálido de los pies a la cabeza, miró a la chica con cautela, dormida, inconsciente parecía tan inofensiva, ¿Era posible que aquel chico hablara en serio? ¿Otra archimaga en su casa? Por supuesto, de que otra manera hubieran podido escapar de Nathyrus, como si no podía esa niña desprender magia tan arcana y olvidada, debía ser una erudita que viajaba desde Merildya, y debía ser una rebelde intentando unificar fuerzas… ¿Que otra explicación razonable existía? Sin embargo el chico no encajaba en aquella historia, pudiera ser un protector de la muchacha, pero no parecía muy fuerte, ni preparado para luchar con espada, ni llevaba nada parecido con él, quizás fuera parte de lo que Nathyrus había destruido pero un buen guerrero no iba desarmado a ningún sitio, había algún tipo de magia en ese joven, pero para ser un aprendiz de mago tan inexperto era muy viejo ¿Sería un curandero? Eso era probable aunque poco útil como compañero de un archimago. Darius decidió no romperse la cabeza con aquellas reflexiones que no iban a  ningún lado, más si el chico había perdido la memoria pues ese parecía el caso
-Mira Ian, son muy pocos los Archimagos que llevan una prenda que los identifique, El dragón negro por supuesto y sus jinetes lo hacen, y algunos seguidores que se identifican con ellos y llevan sus emblemas o insignias, pero nadie que no demuestre total lealtad al Dragón negro admitiría ser un archimago…
-¿Por que? No lo entiendo
-Los archimagos son seres que pueden alcanzar un poder indescriptible, y el dragón negro teme que nazca un archimago lo suficientemente poderoso de hacerle frente y derrocarle, por eso cada vez que uno es descubierto debe necesariamente ser de los suyos o enfrentar su muerte
-¿Y Tanya es…?
-¡Ni se te ocurra sugerir que puedo estar del lado del hombre que mató a mis padres!
-Yo… Lo siento…
Ian había dado dos pasos atrás hasta chocar contra el anciano que había colocado cautelosamente sus manos sobre los hombros del muchacho para tranquilizarlo, la pequeña niña había avanzado y de sus ojos saltaban chispas, literalmente, su cabello se había agitado por un viento increíblemente cálido que emanaba y sus manos estaban cerrados en puño también con una extraña y peligrosa luminiscencia.
-Tranquila Tanya, el chico no sabe mucho de esto, su pregunta no buscó ofenderte – aguardó unos momentos a que la jovencita se tranquilizara resoplando intentando contenerse y controlar aquel arrebato, finalmente asintió- bien, así esta mejor, debes controlar ese temperamento, algo así puede matarte uno de estos días y sabes lo que eso significa – aguardó a que asintiera nuevamente – muy bien, creo que podrás manejarte bien con la muchacha y cambiarle esa ropa por las que has traído, Ian me acompañará para cambiarse en el otro cuarto
-Está bien abuelo
Buscó las ropas del chico y se las entregó, aún había cierto desafío al hacerlo y se atrevió a murmurar una vez más que lo lamentaba
El anciano lo condujo a otra recamara, posiblemente la de él, llena de recipientes con contenidos que Ian prefería desconocer, y libros increíblemente viejos cubrían las paredes de un extremo al otro, todo sitio donde no hubiera algún recipiente había ingredientes y si no libros, Ian tomó las prendas del anciano y comenzó a quitarse la ropa, fue cuando el anciano quedó paralizado al verle el torso desnudo
-¡¡Por las barbas sagradas del Dragón anciano!! Eres el jinete marcado…

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