Ian apenas se
atrevía a respirar, Lissy a duras penas podía continuar aguantando el dolor sin
gemir, al muchacho no le pareció lo más adecuado pero viendo que su compañera
ya no podía resistir no tuvo más remedio que, velando por su seguridad, taparle
la boca con la mano, solo atinó a reaccionar abriendo más los ojos algo
desorbitados pero no se atrevió a moverse para protestar, o para hacerle saber
que aquella presión le hacía doler mas el brazo, dejó que algunas lágrimas
escaparan por sus mejillas y trató de mantenerse atenta a los movimientos tan
próximos
A través de un
pequeño hueco entre las ramas que los cubrían Ian observaba a la persona con
curiosidad, era una niña, tendría quizás 5 años o eso le parecía, un cabello
dorado como el sol por debajo de los hombros y ojos intensamente azules, su
piel era ligeramente pálida y miraba una y otra vez sobre ellos, como si
estuviera absolutamente segura que estaban allí escondidos, la vio dar dos
pasos entre los matorrales y detenerse, otros dos pasos y detenerse, cambió la dirección
dejándolos ligeramente a sus espaldas y el suspiro de Ian fue lo que los traicionó
La jovencita de
volvió en el lugar de inmediato mirando el arbusto que los tapaba, su voz
tiernamente infantil solo dijo “muéstrate” y en sus manos apareció una
brillante esfera de energía color verde y traslúcida la cual lanzó sobre ellos,
Ian pensó que iba a morir en ese momento de una manera horrible, pero esa cosa
no les hizo nada, en cambio achicharró toda la vegetación a su alrededor, hasta
las ramas se retorcieron y contrajeron quedando de pronto en un pequeño claro
de dos metros totalmente al descubierto, la cara de espanto de ambos muchachos
era completamente clara, él trataba de murmurar algo pero no podía, solo se
atrevió en un gesto suplicante a llevarse el índice a los labios y rogarle a la
chica que guardara silencio
La niña se mostraba
totalmente desconfiada, en sus manos brillaba una esfera luminiscente muy
similar a la anterior, pero esta vez de intensos resplandores rojos que daban
una fuerte sensación de ser mucho más peligrosa que la anterior
-¿Quienes son? ¿De
donde vienen? ¿Que hacen aquí? ¿Ustedes despertaron a Nathylus? ¿Que hacían en
al cueva sagrada? ¿Por qué se esconden? ¿De que huyen? ¿Los buscan los jinetes?
La metralla de
preguntas no les daba tiempo ni de reaccionar, cuando la niña pareció
satisfecha con haber inquirido todo lo que quería saber Ian se dispuso a
responder, dudoso, respecto a lo que significaba todo aquello, pero Lissy se
adelantó, apartando la mano que le tapaba la boca y reconociendo que frente a
si no tenían a alguien ordinario, era un mago, y por la corta edad de la niña
seguramente una muy poderosa
-Su nombre es
Ian, el mío Lissy, venimos de muy lejos, estábamos perdidos y buscamos refugio
en la cueva para pasar la noche, quisimos explorarla un poco y nos encontramos
esa cosa, de pronto despertó y nos atacó, huimos como pudimos, íbamos a pedir
auxilio al pueblo porque me lastimé el brazo, pero escuchamos que querían
lastimar a las personas que estaban en la cueva, nosotros no sabíamos que era
sagrada y no quisimos hacerle ningún daño a nadie, nos asustamos y nos
escondimos, no sabemos nada de ningún jinete
-¿Como puedes
no saber nada de los jinetes del Dragón negro? No hay una sola persona en
Santoru que no conozca los Jinetes
-Venimos
realmente de muy lejos
-¿Como puedes
venir de un lugar más lejanos que Santoru…?
Lissy fue a
responder algo pero se le nubló la vista y se desmayó, Ian olvidó por completo
la niñita maga que podría haberlo matado, pero su mente se concentró en la
chica que a su lado había perdido el conocimiento, golpeó suavemente sus
mejillas intentando hacerla reaccionar, la sacudió un poco y cuando su
preocupación llegó al limite recordó a la niña
-Ayúdame, por
favor, se lastimó el brazo-aclaró mostrando el vendaje improvisado-no reconozco
la vegetación de esta zona y no se si alguna de estas plantas es peligrosa,
necesito ayudarla
La luz que
brillaba en las manos de la pequeña se disolvió lentamente, miraba a los ojos
de Ian como tratando de adivinar si aquello podía ser una trampa, quizás juzgó
oportuno salvarle primero la vida a la muchacha y luego encargarse de matarlos
si era necesario, sin apartar la vista de ellos se agachó y dibujó sobre la
tierra muerta un circulo con varias líneas internas, murmuro un par de palabras
y de pronto se iluminó como si fuese un espejo, del otro lado un hombre, casi
un anciano la miraba sorprendido
-Tanya ¿Que
sucede? ¿Encontraron a los intrusos?
-No abuelo, los
encontré yo, es una chica lastimada por la huida de Nathylus y un muchacho, dicen no saber nada
de los jinetes, me preocupa la muchacha que perdió el conocimiento
-¿No saber nada
de los jinetes? ¿Hummm y escaparon del guardián de la cueva sagrada solo con
una herida? No han de ser personas ordinarias, tráelos a casa
-Eso pensaba
hacer pero – la niña vaciló un segundo – creo que puede ser complicado
- ¿Complicado?
El hombre
acababa de aparecer de una voluta de humo justo al lado de la niña, ella ni
siquiera se mostró sorprendida, simplemente paso su mano sobre lo que había en
el suelo y hasta los dibujos de la tierra desaparecieron, ella se limitó a
señalarlos y aquel sujeto los escrutó con la mirada atentamente, se acomodo
unas gafas de media luna que tenia como si los examinara con rayos X,
finalmente su cara adquirió un gesto de comprensión
-Ya veo, ese
tipo de magia es muy… muy vieja, pueden ser durmientes de las primeras eras,
eso explicaría porque no saben nada de los jinetes, tendría sentido, no parecen
realmente peligrosos y si son durmientes podríamos aprender algo útil de ellos,
el chico por otra parte… es extraño… en fin vamos a casa
Fue realmente
rápido, juntó sus manos, creo una esfera de energía casi transparente como una
burbuja de vidrio, la arrojó al suelo y estallo en un resplandor, cuando Ian
abrió los ojos de nuevo el bosque había desaparecido, estaba en una sala de
estar de lo que aprecia una cabaña amplia, había una mesa con sillas en un
rincón, algo que parecía una estantería llena de libros y recipientes junto a
otra pared, un pasillo por el que el hombre y la niña le hicieron un gesto de
que trajera la muchacha
Ian ya no tenía
nada que perder, así que haciendo un esfuerzo sobrehumano para el cansancio que
sentía levantó como pudo a la muchacha y la cargó por el pasillo, pasó junto al
viejo que no le apartaba los ojos de arriba y le señalaba una cama en una de
las alcobas, no tuvo mucho tiempo para mirar a su alrededor…
Con un gesto el
hombre lo apartó para que se sentara nervioso en una silla a ver que pasaba,
las manos arrugadas se apresuraron a desenlazar los nudos del cabestrillo y el
vendaje, apartó las hojas con cuidado e inspeccionó algunos restos del musgo
que Ian había usado para limpiar la herida, luego con cuidado observó si había
algún daño importante, su sonrisa algo relajada distendió a Ian alegrándolo,
tenía la sensación de que todo estaba bien hasta que él habló
-¿Quien hizo
este vendaje muchacho?
-Yo lo hice
señor, espero que esas plantas no sean peligrosas
-¿Peligrosas?
Yo mismo no pudiera haberlo hecho mejor, el musgo que creo usaste para limpiar
la herida es muy eficiente en curaciones, evitará que se genere una infección,
y las hojas que elegiste para el vendaje contienen un ligero anestésico que
habrá evitado el dolor que debería haber provocado la lesión, la forma en que
realizaste el vendaje favoreció el cierre de la herida y evitará daños mayores,
seguramente incluso ni siquiera deje cicatriz pese a no haber sido tratada de
inmediato
Ian suspiró de
alivio ante aquellas observaciones, aquel hombre hablaba con una seguridad en
sus palabras que le llevaron a deducir que sin dudas era un verdadero entendido
en medicina, quizás algún médico retirado, se mantuvo silencioso y apartado
mientras terminaba de hacer sus observaciones, lo vio frotarse las manos y
emanar una luz rojiza y depositarlas sobre la herida, y de manera grandiosa
ante sus propios ojos esta se fue cerrando hasta quedar apenas una marca casi
imperceptible de no saber que había pasado nunca adivinaría a que se debía.
-Listo, tú
chica se pondrá bien muy pronto
-Ella no es mi
chica
-¿No?
El gesto demostraba
más una afirmación que una pregunta, sonrió ampliamente y se relajó, la niña
entró de nuevo con una bandeja entretejida sobre la que humeaban tres tazas, y
las depositó sobre una mesa que colocó en medio de ellos. Acercó una silla, tomó
la suya y comenzó a beber
-Adelante, no
es veneno si es lo que temes, yo beberé también la mía-tras probarla agregó- un
poco fuerte la menta pero es agradable ¿A ti chico te gusta la menta?
-Si señor –
tomó la suya y sintió el perfume atrayente, el sabor era ligeramente amargo
pero agradable al paladar.
-Parece que le
caes bien a Tanya, mi nombre es Darius y ella está a mi cargo, sus padres
fallecieron hace tiempo, eran rebeldes, intentaron derrocar uno de los jinetes
del dragón negro, tuvieron éxito, le dieron muerte, pero con ello solo se trajo
la desolación, vinieron cinco de los jinetes más poderosos y acabaron con todos
los revolucionarios, pero desde entonces ningún jinete a ocupado su puesto al
mando de esta ciudad, y somos relativamente felices por ello, aunque los
hombres al mando del Dragón negro nos tiranizan no son tan desagradables como
un jinete en persona.
Ian lo miraba
atentamente, trataba de prestar toda la atención posible para comprender algo
del mundo que los rodeaba, pero poco beneficio producía su esfuerzo, por otra
parte Darius había ido escogiendo con gran habilidad sus palabras y el curso de
la conversación, no había apartado sus ojos perturbadores de Ian un solo
instante, tratando de adivinar si se hallaba frente a un seguidor del Dragón
negro o un revolucionario…
Su esfuerzo fue
tan inútil como el de Ian, este no demostraba reacción ni al nombrar al Dragón
negro ni a los revolucionarios, esperaba alguna inquietud ante la mención de
estos, o alguna aflicción, Tanya sentada un poco a la izquierda estaba atenta a
las mismas variaciones de la expresión de su visita, pero ninguno de los dos
había podido observar algo que delatara la inclinación de aquellos extraños
huéspedes. No tuvo más remedio que suspirar, aquello le sacaba un poco de lugar
-Como decía,
Tanya hubiera sido la heredera de este reinado, cuando el Dragón negro se
impuso hace ya más de un siglo destituyó a todos los soberanos y nombró a sus
jinetes como guardianes de cada imperio, siempre hay revoluciones pero la única
que logró dar muerte a uno de ellos fue la de los padres de esta chica, por
supuesto, si algún jinete se enterara o el dragón negro lo hiciera vendrían
a buscarla y la torturarían hasta la
muerte
-¿Por que? Es
solo una niña
-Dime muchacho,
recibiste algún golpe en la cabeza últimamente
-La verdad no
sabría decirle, cuando llegamos aquí quedé inconsciente unos días, desperté
dentro de la cueva, según me dijo fue el primer refugio que encontró y me llevó
allí. Aguardó a que yo despertara, pensábamos salir a explorar la zona ya que
ninguno de los dos conocemos el territorio, pero sentí, bueno, gana de hacer
alguna necesidad, y como ella estaba en la entrada me adentré un poco en la
cueva, me distraje mirando los dibujos de las paredes, y cuando quise recordar
había frente a mi un gigantesco esqueleto y ella vino a ver que pasaba que
demoraba tanto, quiso tocarlo y esa cosa volvió a la vida y por poco le arranca
la mano, corrimos y escapamos, ella se golpeó, trate de vendarla lo mejor que
pude escuchamos personas acercarse pero como hablaban de atrapar a las personas
que encontraran decidimos escondernos y la niña nos encontró
-¿Niña yo?
-Perdón, hasta
que… Tanya nos encontró, y el resto lo sabe usted mejor que yo
-Ya veo ¿Y
viajaban así?
-¿Así?
-Esa ropa,
deben ser de… un lugar muy lejano
Ian no se había
detenido a mirar, la ropa que llevaban era deportiva, aunque ya se la notaba
sucia y ligeramente dañada, el anciano y la niña estaban ataviados con lo que parecían
algún tipo de túnica aunque se observaba debajo algún otro tipo de ropa
-Le asombraría
cuan lejos señor, pero traíamos más cosas y esa bestia las destrozó, quedaron
dentro de la cueva
-Entiendo, así
que tampoco llevarán dinero con ustedes
-No señor, creo
que no
-Tanya, ve y
compra algo de ropa para los muchachos, no es seguro para ellos continuar
vistiendo así, si encuentran los restos en la cueva podrán reconocer prendas
similares, y no queremos que nuestros invitados sufran daños
-¿Necesitas
algo especial para ella?
-No, no será
necesario
La muchachita
se levantó, dejó su tasa en la bandeja y se marchó, Ian apenas percibió el
golpe en la puerta al salir de aquella casa, quedó a solas con el anciano, se
sentía seriamente incómodo en aquella situación, Lissy se movió un poco en
sueños pero no despertó, el hombre notó la preocupación en el chico y eso
relajó un poco la situación
-Solo un
heredero de una dinastía real puede reclamar un imperio, por eso los jinetes
buscan y matan a todas las personas vinculadas con cada imperio, al destruir un
linaje por completo el imperio queda sin dueño y nadie puede resistirse a la
soberanía del jinete como servidor del Dragón Negro, el cree por supuesto que
ya posee prácticamente todos los imperios, pero en realidad casi todas las
familias lograron proteger algún miembro del linaje real, Tanya es la única que
sobrevive del reino de Draconia
-Es imposible,
¿Esa niña es la reina del mundo?
El hombre de
detuvo a mirarlo de hito en hito, la ignorancia del joven era evidente y
autentica, que posibilidad existía de que un golpe borrara la memoria de una
forma tan pronunciada, había visto casos extraños pero esto escapaba de
cualquier lógica, era posible que estuviera engañándolo para favorecerse de su
ayuda o de la muchacha, pero muy pocos hombres podían jactarse de haber burlado
a Darius, si es que alguien podía hacerlo
-Santoru esta
dividido en diferentes imperios, son siete en total, cada imperio esta dividido
en diferentes ciudades o reinados. La capital de cada imperio posee un linaje
que es quien manda, o mandaba en otros tiempos su gente. Nosotros estamos en
los alrededores del palacio de Draconia
-A ver si entendí
– Ian se restregó la frente con la mano tratando de ordenar los pensamientos-
Tanya antes nombró a Santoru…
-Todo pertenece
a Santoru, es el padre creador, el mundo y todo lo que hay en él
-Ahora si lo entendí,
así llaman el planeta, Santoru, y Draconia es solo una ciudad
-No chico,
Draconia es la capital del imperio de Draconia, ahora estamos en los
alrededores del reino de Draconia
-Esta ciudad
El anciano lo
miró con curiosidad de nuevo, ni siquiera un niño de tres años podría hacer
tales preguntas, se sintió frustrado y llegó a preguntarse si le estaba tomando
el pelo, pareció decidir que no porque reinició la explicación
-Ahora estas en
el reino de Draconia, –se había puesto de pie y buscado un libro lleno de mapas
e iba pasando las páginas y mostrando a Ian las ilustraciones- aquí vivía la
familia imperial de Draconia, pero era servida por tantas personas que se forma alrededor una especie de pueblo
que es lo que debes haber visto desde la cueva imagino. La cueva y todo lo otro
que has visto son los terrenos reales del palacio de el imperios de Draconia,
alrededor de estos palacios que abarcan varios días andando a caballo esta la
ciudad capital, Draconia, como un anillo alrededor del palacio. Más allá de eso
el territorio de Draconia se extiende distancias que son imposibles de recorrer
a pie y a caballo se toman incluso varios meses, así puede comunicarse uno con otras ciudades
que también pertenecen al imperio de Draconia. Al sur se extiende hasta las
aguas eternas del imperio submarino de Serenya, por el norte están los imperios
vecinos, los paramos de Galanghary y los bosques de Merildya, por el este las
montañas gigantes de Rubendlory y al oeste los hielos de Crydar, Todos ellos
limitan con el imperio de Nyss, la tierra donde nunca da el sol. Draconia
siempre fue el reino más poderoso y extenso
Ian miraba
atónito los mapas que tenía ante sus ojos, el planeta entero estaba dividido de
esa manera, y pudo distinguir que por el ángulo de la tierra respecto al sol
efectivamente parecía haber una zona donde nunca daba el sol, de Pronto Ian
pudo imaginar a los viajeros de épocas muchos anteriores viajando a la tierra e
imaginando que Draconia era todo el mundo, así como en su planeta natal alguna
ves creyeron que lo era Europa antes de que colon descubriera América…
La puerta se
escuchó de nuevo, la charla de Darius había sido tan atrapante y cautivadora
que el tiempo había pasado con prisa, Tanya había regresado y traía unos
paquetes en sus manos
-Aquí esta la
ropa abuelo, pensé que si dirán que son viajeros no convendría que fuera
realmente nueva así que escogí estas que ya tenían algo de uso, y como no
estaba seguro que tipo de prendas elegir para ellos porque no conozco su
categoría busqué unas que fueran neutras
-¿Categoría?
-Claro, no
esperaras que un mago se vista igual que un hechicero, ni que un herrero lo
haga igual que un especialista en medicinas…
-Este, supongo
que no…
-Pensé que me
habías reconocido por mi túnica como un perito en medicinas al atender a tu
amiga
-Solo me
pareció que sabía lo que hacía
-Barbas de
dragón, es realmente increíble que no sepas nada de todo esto
-¿Los
archimagos como visten?
Los ojos del
anciano y la niña se dilataron en una expresión de terror, ambos miraron a uno
y otro lado como asegurándose que no pudiera haber nadie más cerca de ellos que
pudiera oírlos, había comenzado a creer que aquellos jóvenes no conocían nada
de nada, pero ahora preguntaba sobre los archimagos con demasiada tranquilidad,
finalmente con una expresión intranquila se atrevió a preguntar
-¿Por que te
gustaría saberlo? ¿Eres un archimago y quieres ropas que te identifiquen?
-Yo no señor…
ella es una archimaga…
La ropa se cayó
de las manos de Tanya y el viejo se puso pálido de los pies a la cabeza, miró a
la chica con cautela, dormida, inconsciente parecía tan inofensiva, ¿Era
posible que aquel chico hablara en serio? ¿Otra archimaga en su casa? Por
supuesto, de que otra manera hubieran podido escapar de Nathyrus, como si no
podía esa niña desprender magia tan arcana y olvidada, debía ser una erudita
que viajaba desde Merildya, y debía ser una rebelde intentando unificar
fuerzas… ¿Que otra explicación razonable existía? Sin embargo el chico no
encajaba en aquella historia, pudiera ser un protector de la muchacha, pero no
parecía muy fuerte, ni preparado para luchar con espada, ni llevaba nada
parecido con él, quizás fuera parte de lo que Nathyrus había destruido pero un
buen guerrero no iba desarmado a ningún sitio, había algún tipo de magia en ese
joven, pero para ser un aprendiz de mago tan inexperto era muy viejo ¿Sería un
curandero? Eso era probable aunque poco útil como compañero de un archimago. Darius
decidió no romperse la cabeza con aquellas reflexiones que no iban a ningún lado, más si el chico había perdido la
memoria pues ese parecía el caso
-Mira Ian, son
muy pocos los Archimagos que llevan una prenda que los identifique, El dragón
negro por supuesto y sus jinetes lo hacen, y algunos seguidores que se
identifican con ellos y llevan sus emblemas o insignias, pero nadie que no demuestre
total lealtad al Dragón negro admitiría ser un archimago…
-¿Por que? No
lo entiendo
-Los archimagos
son seres que pueden alcanzar un poder indescriptible, y el dragón negro teme
que nazca un archimago lo suficientemente poderoso de hacerle frente y
derrocarle, por eso cada vez que uno es descubierto debe necesariamente ser de
los suyos o enfrentar su muerte
-¿Y Tanya es…?
-¡Ni se te
ocurra sugerir que puedo estar del lado del hombre que mató a mis padres!
-Yo… Lo siento…
Ian había dado
dos pasos atrás hasta chocar contra el anciano que había colocado
cautelosamente sus manos sobre los hombros del muchacho para tranquilizarlo, la
pequeña niña había avanzado y de sus ojos saltaban chispas, literalmente, su
cabello se había agitado por un viento increíblemente cálido que emanaba y sus
manos estaban cerrados en puño también con una extraña y peligrosa
luminiscencia.
-Tranquila
Tanya, el chico no sabe mucho de esto, su pregunta no buscó ofenderte – aguardó
unos momentos a que la jovencita se tranquilizara resoplando intentando
contenerse y controlar aquel arrebato, finalmente asintió- bien, así esta
mejor, debes controlar ese temperamento, algo así puede matarte uno de estos
días y sabes lo que eso significa – aguardó a que asintiera nuevamente – muy
bien, creo que podrás manejarte bien con la muchacha y cambiarle esa ropa por
las que has traído, Ian me acompañará para cambiarse en el otro cuarto
-Está bien
abuelo
Buscó las ropas
del chico y se las entregó, aún había cierto desafío al hacerlo y se atrevió a
murmurar una vez más que lo lamentaba
El anciano lo
condujo a otra recamara, posiblemente la de él, llena de recipientes con
contenidos que Ian prefería desconocer, y libros increíblemente viejos cubrían
las paredes de un extremo al otro, todo sitio donde no hubiera algún recipiente
había ingredientes y si no libros, Ian tomó las prendas del anciano y comenzó a
quitarse la ropa, fue cuando el anciano quedó paralizado al verle el torso
desnudo
-¡¡Por las
barbas sagradas del Dragón anciano!! Eres el jinete marcado…
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